lunes, 2 de julio de 2012

Hablamiento colectivo

Conforme a lo acordado, me dirigía a dejar a mi retoño a la casa de su madre luego de haber pasado el fin de semana conmigo.

Salimos del Terminal O'Higgins y tomamos un colectivo rumbo a Machalí. Juan José y yo íbamos mirando el paisaje por la ventana. De pronto, sin darme cuenta, me descubrí conversando con el chofer sobre autos. Él era un cabro como de mi edad, o al menos no aparentaba tener más edad que yo... o por lo menos parecía tener veintitantos.

Hablamos sobre los autos chinos y de que ahora son de mala calidad pero que probablemente en veinte años más iban a ser la patá de buenos. Me terminé enterando que le cargaban los Peugeot y los Renault y que sólo confiaba en los vehículos japoneses y americanos.

El Camaro me gusta a mí me dijo en un momento.
¿Cuál Camaro? interrogué yo.
El último, ese que salió en la película de los Transformers.
Ah, es que no vi la película de los Transformers.
¿No viste la película de los Transformers, flaco?
No, es que ni siquiera me gustaban mucho los monos cuando chico así que la película nunca me ha llamado la atención.

Y ahí se acabó la conversación. No me preguntó más y volví a acompañar a Juan José en su labor de mirar el paisaje por la ventana.

Más tarde, de vuelta en la Región Metropolitana, tomé un coleto pa ir pa mi casa. En el asiento del copiloto iba una señora conversando con el chofer sobre accidentes de tránsito y de que ya se estaba recuperando de su accidenete un viejito colega colectivero que trabajaba poco y que tenía hijas en el extranjero.

Acotó en un momento la señora:

Mi hijo una vez se compró una moto y le dije que se había comprado un cajón con ruedas... son tan peligrosas...

Y la vieja de mierda iba sin cinturón de seguridad.

Siguieron hablando y el chofer dice algo así como "yo antes era de los que no usaban cinturón, pero ya no".

La señora hizo un amague de complementar lo dicho por el conductor, pero al percatarse que no se había puesto el cinturón de seguridad, abortó misión y se quedó callada.

De a poco se fueron bajando todos los pasajeros. Me bajé yo también y caminé a mi casa pensando en que todavía no descubro del todo por qué me caen mal las viejas. No me refiero a las señoras en particular, sino que a las viejas como gremio. 

Porque yo creo que no se han dado cuenta, pero las viejujas son un gremio, piensan de forma parecida y tienen intereses particulares dada su condición de señora.

1 comentario:

P. Constanza dijo...

jajajajaja la peor vieja es esa que entra a codazos al metro y corre patéticamente para agarrar el asiento que sólo se está peleando con otras viejas IGUALES a ella.
Son personajes, que chistosa la entrada xD