sábado, 14 de julio de 2012

Rincón íntimo

Finalizada la jornada laboral, me fui pa mi casa. Estaba oscuro, era de noche. 

Tomé la 201-E en Santa Ana. Poco antes de llegar a Los Héroes, la micro se detuvo, quizás por un taco, quizás por qué chucha.

Yo miraba por la ventana. Había un loco en el paradero con un polerón rojo con la insignia de la Selección Chilena... era lo que uno podría denominar "el típico culiao". De repente como que pone la cara del meme de Yao Ming y se saleja del paradero y se acerca a un rinconcito oculto en las sombras, ubicado entre una reja verde y una muralla. Acto seguido, se pone a mear, al amparo de la oscuridad y de la intimidad que el lugar propiciaba. En efecto, sólo yo tuve la pésima ubicación que me permitió con la mirada seguir sus accionar.

El loco volvió al paradero con cara de felicidad.

Y en ese paradero había más gente esperando la cromi, pero también estaba una loca. Ella era lo que uno podría denominar "la típica mina", la clásica hembra humana que estudia en un IP y que no es pa' na' fea pero tampoco es rica pero se maquilla y se arregla e igual está buena, como pa que algún jovenzuelo diga "con dos piscolas la hago cagao de la risa", sólo para hacerse un poco el exigente, porque en realidad él la haría sin necesidad de siquiera una mínima gota de alcohol en el cuerpo porque, en estricto rigor, él no tiene atributos suficientes como para regodiarse y sólo lo dice por autocomplacencia masculina. En definitiva, ella era "la típica lola".

No pasaron ni 5 segundos desde que el meón volvió al paradero cuando observo que la lola saca el celular de su bolsito. Al parecer le estaba sonando. Lo vio y puso la misma cara del meme de Yao Ming. Contestó y se fue del paradero para poder escuchar lo que le hablaban sin la interferencia del ruido del tráfico... y escogió, como lugar para conversar telefónicamente con intimidad, a aquel mismo rincón que anteriormente había sido orinado por el típico culiao con polerón de la Selección Chilena.

Ella nunca se enteró de la meada y fue feliz allí.

Shúper urbano.


jueves, 12 de julio de 2012

Huida

Quiero dejar de ser piti y se me ha dado la oportunidad de operarme con láser y lo haré, pero antes de concretar el disparo de un rayo láser en mis ojos he debido hacerme una serie de exámenes previos que todavía no terminan.

El oftalmólogo/oculista/ojólogo me dijo que me tomara una aberrometría, cuyo costo es una aberración: ¡55 lucas! Pero como siempre existen triquiñuelas, me dijo también que si pedía que en la boleta pusieran que era una "topografía corneal" me podían reembolsar parte del dinero en la isapre.

Tenía que ir al Centro Oftalmológico Láser (CEOLO) que está ubicado en la calle Asturias, Las Condes. Según la página web del Transantiago, debía tomar el metro hasta estación Alcántara y caminar un resto hacia mi lugar de destino.

Lo hice, me bajé en Alcántara y emergí a la superficie. Llevaba sobre mí una caña inexistente y el peso de dos conversaciones que tuve el día anterior, con dos personas diferentes, en dos lugares diferentes y en dos contextos muy diferentes. Una versaba sobre el machismo y la otra sobre el karma. ¡Psicomagia ven a mí y arréglame la vida chuchetumare oh! 

Mientras pensaba alternadamente entre lo del machismo y lo del karma, caminaba también sin rumbo por Apoquindo buscando la famosa calle Asturias. Llegué hasta El Golf y me devolví porque no la encontré. Entré al Big John que estaba frente al metro Alcántara y le pregunté a la cabra que al parecer atendía en el pan, dónde estaba la calle Asturias. "No sé, es que no conozco por aquí". Le hice la misma pregunta a la cajera y me dijo "No sé, sólo conozco aquí y el metro".

Salí del negocio con un poco de risa porque éramos puros periféricos que no teníamos puta idea de nada. Bajé al metro y le pregunté a un caballero que estaba barriendo la escalera si sabía dónde quedaba la calle Asturias y él tampoco tenía pico idea.

Así que de nuevo en la estación, escudriñé con la mirada la existencia de algún mapa, pero no había ninguno. ¡¿Por qué chucha no tiene un mapa la puta estación Alcántara al igual que las demás?!

Claro —me dije—, estos cuicos culiaos piensan que uno se sabe de memoria las putas calles y por eso no ponen mapa. Después reflexioné y caí en la cuenta que en realidad no estoy seguro si en todas las estaciones hay mapas con las calles.

Salí otra vez de la estación, esta vez por la otra salida y le pregunté a la señora de un kiosko por la calle Asturias y me dijo que siguiera derecho nomás, así que ahora iba por Apoquindo pero no perdido y en dirección contraria a mi caminata inicial.

No sé porqué, pero yo iba con lentes. Por lo general no los uso en la calle durante el día, por vanidad. Probablemente como sé que me despediré de ellos, los dejé salir a tomar aire.

Pero como andaba con lentes, podía ver bien. Y me fijé por primera vez en los edificios culiaos enormes de los barrios lais. Muchas veces he caminado por allí, pero esta era la primera vez que les ponía atención y miraba pa arriba cual turista. Me sentí huaso y aweonao, más todavía porque había pasado millones de veces por ahí y no había prestado atención al paisaje. Después me dio lo mismo y seguí caminando. 

Pensaba en que había mucha gente cuica en la calle y me acordé de una canción de los Fiskales que no sé como se llama y tampoco voy a buscarla, pero dice algo así como "hay mucho weón bonito"... "o hay mucho weón pituco"... bueno, no estoy seguro, pero creo que se entiende la idea. Me acordé de lo mucho que he escuchado a personas decir que las marchas no deberían hacerse en el centro de Santiago sino que en los barrios cuicos... marchar por Apoquindo... marchar por Camino El Alba... sería Doña Provocación... "en volá habría que hacerlo" concluí. Al fin y al cabo, puros resentimientos, pero con estilo. Equisdé.

Pensé también en las cabras que no tenían idea de la calle que les había preguntado y me di cuenta que, en algún momento, llegué a esa edad en que los trabajadores son mis pares generacionales. Las chiquillas parecían de mi edad... y pensé también que de mi edad son los futbolistas como Alexis Sánchez en la cresta de la ola del éxito y también en que es a esta edad —los veintitantos— en que las actrices porno alcanzan su máxima fama luego de haber partido desde abajo en aquella industria, trapeando pisos (con las tetas) y chupando picos (literalmente).

Llegué al CEOLO pero no sé por qué leí "CEAL" y me acordé inevitablemente de los antofagastinos y que ellos, a lo que los santiaguinos denominamos "Centro de Estudiantes", le llaman "CEAL", por "Centro de Alumnos". Legal.

Estaba en la sala de espera y me sorprendió ver a muchas personas con una especie de gafas plásticas transparentes pegadas a sus caras con cinta adhesiva. Obviamente eso debe ser parte de algún tratamiento ocular y ojalá que yo no tenga que ponerme eso. Pero dentro de la gente con plástico y cinta en la cara, había también tres minas guapísimas, pelo lais, ricas las weonas... pero tenían esa mezcla de plástico y cinta y era muy extravagante, como una escena de película... y me dieron ganas de hacer una película con una escena en que hayan minas con esas cosas... en realidad la película sólo sería la excusa para plasmar esa imagen... aunque también podría servir para la carátula de un disco o cualquiera de esas cosas que se me pasan por la cabeza y nunca he hecho.

Cuando me llamaron para atenderme desde el mesón, tuve que sacar mi billetera pa tener a mano el carnet y me dio risa descubrir que tenía en la mochila una lata de chela que me había sobrado del día anterior... una ordinaria lata de Cristal que no me quise tomar pero en volá lo haga después de escribir esto. Pensé en cuánto podría desencajar la acción de tomarse una lata de cerveza en aquel lugar, y además una Cristal... y no es que le haga asco o que tenga un paladar cervecístico refinado... pero prefiero otras porque la Cristal carece de brillo, en mi humirde opinión.

Fui después donde el tecnólogo médico y me hizo mirar un punto rojo que no era una variedad de marihuana. "Abre, cierra, parpadea, abre, cierra"... Consideré que el verbo "parpadear" suena divertido y que no tengo chucha idea de la etimología de la palabra párpado. 

Finalizado el examen me devolví al metro pa cargar la bip y me abordó una señora que repartía folletos del Parque del Recuerdo.

— Joven, ¿le gustaría dejarme sus datos para recibir información del Parque del Recuerdo... sin compromisos... —me dijo.
— No muchas, gracias... es que no tengo pensado morirme todavía —respondí.
— Jajajaja, pero si nadie tiene planificado morirse...
— Pero no, muchas gracias.

Huí.


lunes, 2 de julio de 2012

Hablamiento colectivo

Conforme a lo acordado, me dirigía a dejar a mi retoño a la casa de su madre luego de haber pasado el fin de semana conmigo.

Salimos del Terminal O'Higgins y tomamos un colectivo rumbo a Machalí. Juan José y yo íbamos mirando el paisaje por la ventana. De pronto, sin darme cuenta, me descubrí conversando con el chofer sobre autos. Él era un cabro como de mi edad, o al menos no aparentaba tener más edad que yo... o por lo menos parecía tener veintitantos.

Hablamos sobre los autos chinos y de que ahora son de mala calidad pero que probablemente en veinte años más iban a ser la patá de buenos. Me terminé enterando que le cargaban los Peugeot y los Renault y que sólo confiaba en los vehículos japoneses y americanos.

El Camaro me gusta a mí me dijo en un momento.
¿Cuál Camaro? interrogué yo.
El último, ese que salió en la película de los Transformers.
Ah, es que no vi la película de los Transformers.
¿No viste la película de los Transformers, flaco?
No, es que ni siquiera me gustaban mucho los monos cuando chico así que la película nunca me ha llamado la atención.

Y ahí se acabó la conversación. No me preguntó más y volví a acompañar a Juan José en su labor de mirar el paisaje por la ventana.

Más tarde, de vuelta en la Región Metropolitana, tomé un coleto pa ir pa mi casa. En el asiento del copiloto iba una señora conversando con el chofer sobre accidentes de tránsito y de que ya se estaba recuperando de su accidenete un viejito colega colectivero que trabajaba poco y que tenía hijas en el extranjero.

Acotó en un momento la señora:

Mi hijo una vez se compró una moto y le dije que se había comprado un cajón con ruedas... son tan peligrosas...

Y la vieja de mierda iba sin cinturón de seguridad.

Siguieron hablando y el chofer dice algo así como "yo antes era de los que no usaban cinturón, pero ya no".

La señora hizo un amague de complementar lo dicho por el conductor, pero al percatarse que no se había puesto el cinturón de seguridad, abortó misión y se quedó callada.

De a poco se fueron bajando todos los pasajeros. Me bajé yo también y caminé a mi casa pensando en que todavía no descubro del todo por qué me caen mal las viejas. No me refiero a las señoras en particular, sino que a las viejas como gremio. 

Porque yo creo que no se han dado cuenta, pero las viejujas son un gremio, piensan de forma parecida y tienen intereses particulares dada su condición de señora.